UN ARTISTA DEL ALAMBRE
Ángela
Mi padre es un artista del alambre.
Desde que tengo recuerdos, he visto a mi padre arreglar todo lo arregable con alambre. Si se estropeaba el picaporte de una puerta, quitaba el picaporte y ponía un alambre y a partir de ese momento perdíamos el tiempo quitando y poniendo alambre cada vez que entrábamos o salíamos. Se suponía provisional, pero todos sabíamos que sería eterno. Es eterno. Todavía en la casa del pueblo tenemos alguna puerta con cierre de alambre. Mi padre tiene 92 años, siete hijos, casi treinta nietos y bisnietos, y nadie ha quitado ese alambre y puesto un picaporte.
Es verdad que lo que uno aprende de pequeño no se olvida nunca.
Al principio yo pensaba que era una manía de mi padre; con el tiempo me di cuenta de que lo usaban todos los hombres. Tenía que haber una explicación, y no tardé mucho en encontrarla: no había de nada; mejor dicho: no había dinero para comprar nada.
¿Comprar un picaporte sólo porque no cerraba la puerta? ¿Un grifo porque no conseguías cerrarlo del todo? El dinero hacía falta para cosas más importante, sin ir más lejos, para comprar comida, ropa, los libros del colegio (otro tipo de libros no entró a nuestra casa hasta que mis hermanas empezaron a trabajar en una empresa que tenía biblioteca, pero de esto ya hablamos en otro momento).
Me dice mi padre que también se arreglaba con alambre las esparteñas, el calzado que usaba para ir al campo. Los domingos se ponía zapatillas de lona con la suela de cáñamo, que se hacía él mismo.
Ir a su huerta abandonada (recuerdo lo del número de hijos, nietos, etc.) es un espectáculo de trabajo en alambre. Se podría decir que no hay un solo elemento unido a otro del mismo o distinto tipo que no esté unido con alambre. El cerramiento de la huerta a base de somieres, rejas, palos de todo tipo y tamaño, por supuesto está unido por alambre. La goma de regar está metida en el grifo y atada con alambre para que no se salga cuando abres el grifo. La cisterna tiene no sé que pieza atada con alambre. Sin esa pieza tendríamos que comprar una cisterna nueva, y ¿para qué, si la puso él en su día y funciona perfectamente?
Ni que decir tiene que todo objeto que pueda ser atado con alambre, se puede atar con cuerda.
No sé de qué dependía el uso de uno u otro. Supongo que utilizaba lo que más a mano tenía, o quizás se trate de algo más sutil, pero no encuentro la sutileza.
Que el alambre es fundamental en la vida cotidiana española se ve en cuanto paseas por los campos. Porque, ¿hay algo más español que un somier atado con alambre como cerramiento de una huerta, de una finca? No. Ni siquiera los toros.
Hay que reconocer que la calidad de los somieres es extraordinaria; después años utilizándose en su hábitat natural, la cama, cuando ya no hay más remedio que cambiarlo porque tienes que elegir entre tus riñones o el somier, entonces, y sólo entonces, coges el somier y te lo llevas a la huerta, lo atas con unos alambres a la verja y ya tienes puerta. Así, sin más.
Es genial porque los hay de varios tamaños y se adaptan a todas las medidas.
El misterio está en saber en qué momento alguien decide utilizarlo para ese fin y el vecino que lo ve acoge la novedad con entusiasmo, y el otro, y el del otro pueblo, para así llegar a convertirse en el cerramiento español por antonomasia.
No estoy segura si los nuevos de lamas de madera van a tener el mismo resultado. No todas las novedades superan lo anterior. Son más pesados y supongo que se deterioran con mayor facilidad. Además, ahora te llevan el somier nuevo y se llevan el viejo, con lo cual, puede que cuando estos se caigan a trozos, haya que comprar las puertas. Aunque tal y como va la cosa, quizás sea mejor no entregar los viejos, por si acaso.
Desde luego mi padre no se atascaba con nada. Ni mi padre ni ninguno de aquellos padres. La casa que no contaba con un padre capaz de solucionar los problemas caseros como fuera, era un desastre.
Lo dicho, mi padre es un artista del alambre.
Madrid, Junio 2011